Cinco errores al maquillarnos.
Queremos que el maquillaje nos quede perfecto. Es por eso que, a menudo, nos excedemos con la cantidad de producto, desconocemos cuál es la tonalidad adecuada, la forma correcta de aplicarlo o, directamente, no le sacamos el provecho que merece.
En esta nota, cinco errores frecuentes y maneras muy sencillas de no cometerlos.
1-No preparar la piel.
A veces estamos apuradas y nos maquillamos, olvidando preparar la piel. Bueno, si sigues una rutina skincare, ya sabes que limpiarla e hidratarla, es un paso fundamental del día y lo es también antes de ponerte bonita. Esto permite que tu base quede impecable, que todo el maquillaje no se cuartee y que no se acentúen tus arruguitas (la base y el rubor con una piel seca, son fatales).
Si quieres verte más profesional, antes de aplicar tu base, aplica un primer. Lograrás mejores resultados.
2-Usar el blush para el contouring.
El blush o rubor o colorete, según se lo denomine, tiene una función y no es la del contouring. Es la de simular el rubor natural de nuestras mejillas, mientras que el contouning busca destacar determinadas zonas del rostro: nariz, pómulos, frente, barbilla.
Para ello, se vale de tonos oscuros que le sirven para alcanzar el efecto sombra e iluminadores, para el efecto luz.
El contouring logra corregir o disimular aspectos que nos disgusten de nuestro rostro y destacar los que nos agraden (puede afinar tu nariz, por ejemplo, o hacer más angulosa tu cara, atenuando su redondez).
3- Aplicar de forma incorrecta el iluminador.
Ay, ¡qué tentación! Empezamos con un toquecito en la nariz y después nos engolosinamos. Pero es un error, porque corremos el riesgo de quedar ¡todas brillantes!
Lo ideal es aplicar el iluminador en las zonas donde sobresale la estructura ósea (este tip te ayudará). Nos referimos al hueso del pómulo, puente de nariz, mentón, puntos de la frente, arco de cupido y bajo ceja.
Sí, también en la punta de la nariz, pero apenas. Y también apenas en el lagrimal.
Los iluminadores vienen en distintos formatos: cremosos, en polvo, líquidos, en barra, en espray y en diferentes tonalidades: dorado, rosado, champagne, perla, bronze.
4- Elegir un tono demasiado claro como corrector de ojeras.
Con el fin de tapar nuestras ojeras o disimularlas, buscamos un color demasiado claro. Pero esto no hará más que acentuarlas. Lo ideal es elegir un tono más claro que la base o un tono más claro que tu piel (que no se te olvide este truco) y aplicarlo con toquecitos hasta que se difumine, ahí donde más se marque la ojera (utiliza tu dedo anular). No arrastres y no abuses con la cantidad. Y no es necesario cubrirla entera hasta el ojo.
Si quieres interiorizarte más sobre cómo corregir granitos rojos o manchas, hay otros colores de correctores que sirven para tal fin y neutralizan los tonos no deseados en nuestro rostro. Seguro los has visto en los comercios. Vienen en colores como el naranja, lila, azul ¡y hasta verde!
Los especialistas los llaman precorrectores, porque se aplican antes del corrector elegido.
5- Dejar de hidratar tus labios.
Nos ocupamos del rostro, pero por alguna razón, a veces no le damos la merecida importancia a los labios. Lo cierto es que para tu labial favorito luzca bien, primero tienen que lucir bien tus labios. Y para eso, es importante exfoliarlos cada tanto y mantenerlos hidratados. De esa forma, le damos una apariencia lisa que no se trasladará al efecto final (muchas veces los labios muestran pellejitos, arrugas y eso desluce nuestro rouge).
Necesitas que tu color se vea parejo y que corra cuando lo aplicas.
Otro error común a la hora de maquillar nuestras bocas es usar un delineador que quede muy marcado (debes difuminar hacia adentro) o tratar de agrandar los bordes sin respetar su forma original. ¿Ya lo probaste? Siempre queda mal y poco natural.
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