11 Mitos sobre la hipertensión arterial.
¿Cuánto sabemos sobre hipertensión arterial? Aquí te compartimos los mitos más comunes que se van instalando con los años pero están muy lejos de ayudarnos a conocer una enfermedad que afecta a más del 30% de la población adulta mundial y es el principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares –especialmente enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular– enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca y demencia, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Mito. La hipertensión arterial no se puede prevenir.
Un estilo de vida con conductas saludables, permitió a muchas personas con antecedentes familiares de hipertensión arterial prevenir esta enfermedad.
Mito. La hipertensión arterial no se transmite a través de las generaciones.
Aunque no sea correcto aseverar que la hipertensión es hereditaria, hay una carga genética importante. Por lo pronto, familiares con antecedentes de la enfermedad, son un principal factor de riesgo para generaciones venideras.
Mito. La hipertensión se produce sólo por el estrés, la desencadena los nervios.
La hipertensión tiene varias causas, sumadas: estrés, antecedentes familiares, consumo desmedido de sal y alimentos procesados, sedentarismo. Por sí solo el estrés no causa hipertensión arterial. Si fuera así, todas las personas con estrés serían hipertensas.
Mito. La presión alta genera dolor de cabeza. Si no, no es presión.
Al contrario de lo que se piensa, la presión alta no da síntomas. La Sociedad Argentina de Hipertensión (SAHA) explicó que la cefalea, o dolor de cabeza, es un síntoma «inespecífico» y puede aparecer por diversas causas y cursando en simultáneo con un cuadro de hipertensión. La única manera de saber si la presión está estable, es precisamente tomándose la presión.
Mito. Las personas con hipertensión arterial sufren de nervios, tienen sudores, dificultad para dormir y se ruborizan.
La mayoría de los hipertensos no diagnosticados, padecen de hipertensión arterial durante años, sin saberlo. Comúnmente, se la denomina «asesino silencioso» porque, como mencionamos, la hipertensión no viene acompañada de síntomas. Por eso, tu médico te recomendará control, medicación y vigilancia.
Mito. Si mido mi presión y está bien, no debo continuar con el tratamiento.
En la mayoría de los casos, la hipertensión es crónica. Es decir que se extiende en el tiempo. No es momentánea. Abandonar la medicación significa que la presión volverá a límites altos. Por lo pronto, se desaconseja la interrupción de la medicación o la reducción de dosis, salvo indicaciones médicas.
Mito. Si estoy medicado, no necesito tomarme la presión arterial.
Según la SAHA es importante hacer mediciones periódicas de manera correcta.
No se trata de hacer una medición a cada rato y tampoco no hacerlo nunca porque careces de síntomas o te encuentras medicado. Es prudente hacerlo al menos, dos veces por semana, a la misma hora, para tener una medición apropiada.
Mito. La hipertensión sólo se dispara pero no produce daños.
Con valores altos sin control, sin medicación y el paso del tiempo, la hipertensión daña al corazón, el cerebro y los riñones, y puede traer aparejado un infarto cardíaco, un infarto cerebral o una insuficiencia renal.
Mito. La medicación para la hipertensión trae disfunción sexual.
Eso pudo ser cierto antes. Hablamos de 20 años atrás. Con el avance de la ciencia, y las nuevas medicinas, esos efectos secundarios han desaparecido.
Mito. La hipertensión solo se da en personas mayores.
Es erróneo creer esto. Hay enfermedades endocrinológicas en los niños que pueden producir el aumento de la presión arterial. Está claro que hay una tendencia: es más probable que los mayores de 50 años sufran hipertensión que un niño pequeño. Pero de todos modos, los pediatras toman la presión a los niños a partir de los 4 o 5 años cuando la experiencia profesional así se lo sugiere.
Mito. El café está prohibido para los hipertensos.
Si bien el café eleva de manera pasajera la presión, no se demostró que su consumo moderado provoque hipertensión. La SAHA no prohíbe su consumo (incluso permite hasta 3 tazas diarias), siempre y cuando no existan otras enfermedades de base que lo desalienten. De todas formas, ten en cuenta que es un estimulante y que su abuso podría traerte otros efectos secundarios. Consulta con tu médico.
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